Durmiendo con el enemigo
Nos esperó después de la conferencia. Alta, esbelta, bien vestida y con buenos modales. Alba tenía 52 años y estaba casada en segundas nupcias. Se la observaba preocupada. Había estado llorando, como si el tema del abuso tratado en esa noche, hubiera tocado sus emociones más íntimas. “Mi esposo me fue infiel. Encontré en su …